El corte fugado: del trazo grueso al detalle
“Los tres consejos a los arquitectos, el plano, el volumen, la superficie, provocaron enojo en la profesión, me juzgaron grosero, pero yo recordaba algo fundamental.”, Le Corbusier.
Con objeto de pensar la habitabilidad de un proyecto, a propósito de desarrollar los propios, me he encontrado con planos. Planimetrías. Había abordado croquis, dibujos en tres dimensiones, que generalmente recogen los partidos, en su esencia, o germen, pero también es importante ver cómo se viven los espacios, cómo se habita un lugar. Un proyecto no es solo la impresión o percepción de una forma: necesita vivirse bien.
En orden a “cortar” edificios, para verlos, en la línea seguida en post anteriores, donde últimamente también había tomado mis proyectos, una planta también es un corte, de modo que también puede recibir sombras, de las distintas alturas. También se puede abordar pictóricamente, una planta también es un corte fugado. Arriba: planta cortada a diferentes niveles de un proyecto de vivienda propio (Conjunto Nueva Equidad), pintado con colores acrílicos aguados.
La física está bien, luego el diseño puede emular la física. No hay razón de mirar con resquemor entonces el “action painting”, o los derrames de la pintura aguada, o el goteo de la acuarela. O las brazadas en una pintura mayor. Los vectores que traza un derrame en una superficie hablan de gravedad y pesos. Lo importante es entender su sentido correcto. Seguir los cursos, los cauces naturales. No oponerse a ellos. Ni a cómo escurre, ni a cómo se seca. Es posible que el universo siga una gran onda de choque, como la teoría del Big Bang. La gravedad lleva en la dirección correcta, es la generadora del ángulo recto, como en el poema de Le Corbusier.
El mundo de los sueños, por otra parte, es etéreo, y las cosas se desdibujan. El encuentro de ambos debiera ser lo que se define como bello. Debiera ser la completitud. La física (regla) y los sueños, las intuiciones, los componentes de una obra correcta. Arriba: Villa La Rotonda, de Andrea Palladio, vivienda simétrica del Renacimiento, cortada, en una acuarela propia (de la que he hecho varias versiones), pintada en bastidor sobre una base texturada. No había probado esa base, la compré en una tienda especializada, y funciona bastante bien para veladuras, con buena capacidad de absorción, y acabado más rugoso. Recuerda al papel, permitiendo varias capas sin arrugarse.
Este tiempo he estado pensando en el encuentro radical de pintar con regla y medida, y por otra parte colores casi impresionistas, derramados, que se salgan de los márgenes. Es como incorporar el grosso modo, el trazo grueso, en un plano de detalle.
Los cortes suelen pasar por zonas de tierra y roca: cortan el piso, y esa parte queda negra, como la sección de algo informe, indeterminado. Como no se ven esas capas de tierra, en la representación se achura, o aplica textura. Es una abstracción. Y cuando aparece el recinto cortado, en cambio, todo adentro de éste es medido. Las texturas son los cauces de la materialidad, en torno a la arquitectura.
Arriba: Módulo de vivienda, en planta para conjunto (Nueva Equidad), diseñado por mí. La idea es que la planimetría se vea más fina que en el croquis de Villa La Rotonda, en un dibujo más de precisión, y la idea es exponer aquello a texturas más gruesas, agrestes. Buscar ese contraste, aprovechando mostrar en el corte los niveles, y su disposición, que ya tengo más definida.
Además de estos tres “cuadros” en proceso, de mayor formato (bastidores), en estos momentos me encuentro arquitecturizando otro de mis prototipos, a abordar en el próximo posteo: la segunda de las estrofas de la instalación de caligramas urbanos, que me ha parecido una generación interesante. La idea es ver las tres relacionadas. También un nuevo prototipo 1:1, elaborándolo en primera etapa a escala 1:2. Y dibujos de estados intermedios de movimiento de mis despliegues (abajo).
El trabajo de zoom y el trabajo de músculo: tiralíneas y lápiz de carpintero
Recordando artículos anteriores, sobre el arquitecto Bruno Taut, en torno a la aplicación de colores, llevándolos a lo social, busco una imaginería de dibujos, procurando ver los proyectos por dentro. Imagino algo ideológico, que se tome fuertemente los departamentos, tal vez un formato. Letras especiales, como la Bauhaus. Colores revolucionarios.
Que no sea un conjunto más, convencional. Buscar que ese impulso vehemente, entusiasta, no se quede solo en la pintura, y los dibujos.
Una imaginería formando parte de un “llevar a cabo”. Buscar el mensaje de un mundo en cambios, que cambiará, que otra ideología, de izquierda, llegará más temprano que tarde. Producir ese ambiente. La sensación de que hay que prepararse.
En torno al tipo de herramientas a usar, me gusta ver un sentido de unidad en las disciplinas, como postulaba Walter Gropius. Escribir con tiralíneas 0.1, y lápiz de carpintero. Fino y grueso. Por mi parte, he encontrado hace poco entre mis lápices un portaminas 0.3, para alternar con el portaminas popular 0.5. No lo recordaba desde el tiempo de la universidad. Y después procurar retomar el taladro y el martillo, ver una unidad.
La forma artística
Derivado de este trasfondo social, me he preguntado sobre la forma artística, claramente necesaria. Múltiples formas nos circundan, pero lo que uno se pregunta es a qué se puede llamar forma artística.
Es la proporcionada, y a la vez es la que está provista de idea con fuerza, es expresión de un pensamiento. Logra así una singularidad, que hace pensar.
Esa es la razón de que a veces se trabaja y es infructuoso, porque no es seguir un manual de carpintería, o construir un mecano.
El arte es una comunicación, una carta a otros, y uno no escribe cualquier cosa, a veces incluso pasa en limpio lo que piensa.
Pensé que a veces se trabaja demasiado, y no son ideas fuertes. Se pulen detalles de algo que está mal, como el Chile tímido de la Concertación, esclavo de un pinochetismo cotidiano. Y en cambio lo que se necesita es el trazo más basto, pero radical.
Recuperar la percepción ante la forma, la forma artística de la arquitectura, la que cumple una función.
Formatos grandes
Grande es lo abundante, mayor en tamaño. Pero lo grande está referido respecto a algo. Luego, puede ser cualquier cosa, caer en lo indeterminado, sin forma, sin sentido. Caer a lo árido.
Algo grande puede generar vida, sobre su entorno, proteger lo pequeño, ser derramado o compartido como una especie de olla generosa. O algo grande llevarse a cabo y ser sostenido con dientes apretados, sin dar nada a nadie, en su mezquindad. Ser para sí.
Dejar huella positiva a mi juicio tiene que ver con lo primero, y tal vez sea una fundamentación implícita de cierto liberalismo.
Las cosas se pueden hacer por la fuerza, es cierto. Estudiamos el Imperio Romano, a pesar de sus sombras, de sus errores, y no a Aníbal. Y estudiaríamos más de Aníbal si hubiera ganado, ¿es inmoral? ¿Nos dejamos llevar por los ejércitos? He pensado en la realidad cotidiana de países como Chile, o Colombia, en el contexto de Latinoamérica, y creo que nos relacionamos con la vida y nos adaptamos a algo similar a que en EEUU hubiera ganado el sur, eso nunca me ha gustado. Y se tiene que encontrar interesante al general Robert E. Lee, buscarle aspectos positivos, y esas cosas. Es lo que vivimos. ¿El mundo ha perdido aportes de culturas que no tenían un ejército fuerte? Son cosas en las que he estado pensando estos días.
Sigo pensando que nada es tan superior a la izquierda, porque es buscar la inteligencia.
Por eso me ha parecido interesante volver sobre periodos como el Renacimiento, y la primera etapa del modernismo. Son los temas que he abordado en los últimos posteos, en medio de propuestas, y trabajo de oficina.
Por mientras, me gusta ver cortados mis proyectos, a propósito de desarrollarlos en cuanto a programa, procurando unir la precisión en la medida con la pincelada gruesa, con la brazada.
Ampliar mis cuadros y volver a mis prototipos grandes, y grandes maquetas, ¡aumentar las escalas de todo!
Con objeto de pensar la habitabilidad de un proyecto, a propósito de desarrollar los propios, me he encontrado con planos. Planimetrías. Había abordado croquis, dibujos en tres dimensiones, que generalmente recogen los partidos, en su esencia, o germen, pero también es importante ver cómo se viven los espacios, cómo se habita un lugar. Un proyecto no es solo la impresión o percepción de una forma: necesita vivirse bien.
En orden a “cortar” edificios, para verlos, en la línea seguida en post anteriores, donde últimamente también había tomado mis proyectos, una planta también es un corte, de modo que también puede recibir sombras, de las distintas alturas. También se puede abordar pictóricamente, una planta también es un corte fugado. Arriba: planta cortada a diferentes niveles de un proyecto de vivienda propio (Conjunto Nueva Equidad), pintado con colores acrílicos aguados.
La física está bien, luego el diseño puede emular la física. No hay razón de mirar con resquemor entonces el “action painting”, o los derrames de la pintura aguada, o el goteo de la acuarela. O las brazadas en una pintura mayor. Los vectores que traza un derrame en una superficie hablan de gravedad y pesos. Lo importante es entender su sentido correcto. Seguir los cursos, los cauces naturales. No oponerse a ellos. Ni a cómo escurre, ni a cómo se seca. Es posible que el universo siga una gran onda de choque, como la teoría del Big Bang. La gravedad lleva en la dirección correcta, es la generadora del ángulo recto, como en el poema de Le Corbusier.
El mundo de los sueños, por otra parte, es etéreo, y las cosas se desdibujan. El encuentro de ambos debiera ser lo que se define como bello. Debiera ser la completitud. La física (regla) y los sueños, las intuiciones, los componentes de una obra correcta. Arriba: Villa La Rotonda, de Andrea Palladio, vivienda simétrica del Renacimiento, cortada, en una acuarela propia (de la que he hecho varias versiones), pintada en bastidor sobre una base texturada. No había probado esa base, la compré en una tienda especializada, y funciona bastante bien para veladuras, con buena capacidad de absorción, y acabado más rugoso. Recuerda al papel, permitiendo varias capas sin arrugarse.
Este tiempo he estado pensando en el encuentro radical de pintar con regla y medida, y por otra parte colores casi impresionistas, derramados, que se salgan de los márgenes. Es como incorporar el grosso modo, el trazo grueso, en un plano de detalle.
Los cortes suelen pasar por zonas de tierra y roca: cortan el piso, y esa parte queda negra, como la sección de algo informe, indeterminado. Como no se ven esas capas de tierra, en la representación se achura, o aplica textura. Es una abstracción. Y cuando aparece el recinto cortado, en cambio, todo adentro de éste es medido. Las texturas son los cauces de la materialidad, en torno a la arquitectura.
Arriba: Módulo de vivienda, en planta para conjunto (Nueva Equidad), diseñado por mí. La idea es que la planimetría se vea más fina que en el croquis de Villa La Rotonda, en un dibujo más de precisión, y la idea es exponer aquello a texturas más gruesas, agrestes. Buscar ese contraste, aprovechando mostrar en el corte los niveles, y su disposición, que ya tengo más definida.
Además de estos tres “cuadros” en proceso, de mayor formato (bastidores), en estos momentos me encuentro arquitecturizando otro de mis prototipos, a abordar en el próximo posteo: la segunda de las estrofas de la instalación de caligramas urbanos, que me ha parecido una generación interesante. La idea es ver las tres relacionadas. También un nuevo prototipo 1:1, elaborándolo en primera etapa a escala 1:2. Y dibujos de estados intermedios de movimiento de mis despliegues (abajo).
El trabajo de zoom y el trabajo de músculo: tiralíneas y lápiz de carpintero
Recordando artículos anteriores, sobre el arquitecto Bruno Taut, en torno a la aplicación de colores, llevándolos a lo social, busco una imaginería de dibujos, procurando ver los proyectos por dentro. Imagino algo ideológico, que se tome fuertemente los departamentos, tal vez un formato. Letras especiales, como la Bauhaus. Colores revolucionarios.
Que no sea un conjunto más, convencional. Buscar que ese impulso vehemente, entusiasta, no se quede solo en la pintura, y los dibujos.
Una imaginería formando parte de un “llevar a cabo”. Buscar el mensaje de un mundo en cambios, que cambiará, que otra ideología, de izquierda, llegará más temprano que tarde. Producir ese ambiente. La sensación de que hay que prepararse.
En torno al tipo de herramientas a usar, me gusta ver un sentido de unidad en las disciplinas, como postulaba Walter Gropius. Escribir con tiralíneas 0.1, y lápiz de carpintero. Fino y grueso. Por mi parte, he encontrado hace poco entre mis lápices un portaminas 0.3, para alternar con el portaminas popular 0.5. No lo recordaba desde el tiempo de la universidad. Y después procurar retomar el taladro y el martillo, ver una unidad.
La forma artística
Derivado de este trasfondo social, me he preguntado sobre la forma artística, claramente necesaria. Múltiples formas nos circundan, pero lo que uno se pregunta es a qué se puede llamar forma artística.
Es la proporcionada, y a la vez es la que está provista de idea con fuerza, es expresión de un pensamiento. Logra así una singularidad, que hace pensar.
Esa es la razón de que a veces se trabaja y es infructuoso, porque no es seguir un manual de carpintería, o construir un mecano.
El arte es una comunicación, una carta a otros, y uno no escribe cualquier cosa, a veces incluso pasa en limpio lo que piensa.
Pensé que a veces se trabaja demasiado, y no son ideas fuertes. Se pulen detalles de algo que está mal, como el Chile tímido de la Concertación, esclavo de un pinochetismo cotidiano. Y en cambio lo que se necesita es el trazo más basto, pero radical.
Recuperar la percepción ante la forma, la forma artística de la arquitectura, la que cumple una función.
Formatos grandes
Grande es lo abundante, mayor en tamaño. Pero lo grande está referido respecto a algo. Luego, puede ser cualquier cosa, caer en lo indeterminado, sin forma, sin sentido. Caer a lo árido.
Algo grande puede generar vida, sobre su entorno, proteger lo pequeño, ser derramado o compartido como una especie de olla generosa. O algo grande llevarse a cabo y ser sostenido con dientes apretados, sin dar nada a nadie, en su mezquindad. Ser para sí.
Dejar huella positiva a mi juicio tiene que ver con lo primero, y tal vez sea una fundamentación implícita de cierto liberalismo.
Las cosas se pueden hacer por la fuerza, es cierto. Estudiamos el Imperio Romano, a pesar de sus sombras, de sus errores, y no a Aníbal. Y estudiaríamos más de Aníbal si hubiera ganado, ¿es inmoral? ¿Nos dejamos llevar por los ejércitos? He pensado en la realidad cotidiana de países como Chile, o Colombia, en el contexto de Latinoamérica, y creo que nos relacionamos con la vida y nos adaptamos a algo similar a que en EEUU hubiera ganado el sur, eso nunca me ha gustado. Y se tiene que encontrar interesante al general Robert E. Lee, buscarle aspectos positivos, y esas cosas. Es lo que vivimos. ¿El mundo ha perdido aportes de culturas que no tenían un ejército fuerte? Son cosas en las que he estado pensando estos días.
Sigo pensando que nada es tan superior a la izquierda, porque es buscar la inteligencia.
Por eso me ha parecido interesante volver sobre periodos como el Renacimiento, y la primera etapa del modernismo. Son los temas que he abordado en los últimos posteos, en medio de propuestas, y trabajo de oficina.
Por mientras, me gusta ver cortados mis proyectos, a propósito de desarrollarlos en cuanto a programa, procurando unir la precisión en la medida con la pincelada gruesa, con la brazada.
Ampliar mis cuadros y volver a mis prototipos grandes, y grandes maquetas, ¡aumentar las escalas de todo!