Portadas tipo maqueta, texturas y relieves
He estado procurando encerrar un concepto en la totalidad del libro propuesto en el artículo anterior, e imagino la idea de la línea de tiempo, y de los hitos sucesivos. A su vez la posibilidad de horadar la portada, pero que sea una idea simple, para poder reproducir, duplicar.
Se podría pensar que en el fondo los libros son copias, que tienen pares en otras partes. Existen libros únicos, pero se consideran una excepción, un ejemplar valioso que se resguarda. Y estas copias son idénticas, iguales, a tal punto un elemento que aparezca en una y no en otra podría dar material para un reclamo. Todas debieran tener la misma información, ser de la misma calidad, porque es lo justo. Uno no acepta un libro al que le falta una página: deja al lector sin información esencial. El libro es como un bloque unitario que se formaliza y divulga, una referencia exacta.
Un libro para ser editado pasa por etapas, que empiezan por su revisión, y corrección ortográfica. Luego, un estudio de diagramación, después de la cual finalmente puede pasar a impresión y encuadernación.
Arriba: estudios para tapas del nuevo libro: la idea es que presenten relieves, en el límite de la maqueta, dentro de los 6-7mm de espesor. De las alternativas hechas, elegiría una tapa y una contratapa, representando uno de los hitos y la línea del tiempo.
Encuadernación y portada
En la edición moderna, de libros estandarizados, una cartulina gruesa, que abarca portada, lomo y contraportada, se pega con cola al libro por la parte del lomo. Esta cubierta, continua, y flexible, ha tendido a sustituir a la encuadernación de los libros clásicos.
La portada por otro lado puede constituirse en una representación de lo que se va a ver en la obra, a través de una imagen. El concepto de portada, de primer símbolo, no solo se puede ver en la literatura. Se puede pensar en las carátulas de los discos de música de los años sesenta y setenta. En afiches de espectáculos. En imaginerías. Símbolos de lo que se va a conocer.
En recuerdos veo portadas expresivas, o sobrecogedoras, de Horacio Quiroga, por ejemplo, o imágenes sociales, de Editorial Quimantú (“La Sangre y la Esperanza”, de Nicomedes Guzmán). Muchos tal vez tienen en el subconsciente las ediciones de minilibros de la recordada Editorial Quimantú. Para uno “Noches Blancas”, de Fedor Dostoyevsky, era un libro cotidiano, cercano en casa, incluso después de ser cerrada la editorial en 1973, y una de mis primeras lecturas. Supongo a su vez que es un recuerdo compartido con muchas personas de mi generación.
También son memorables los libros poéticos de la UCV, de Godofredo Iommi, o de sus profesores, con sectores troquelados. Los libros de arquitectura bien editados siempre tienen algo especial, una preocupación por el diseño. Y al abrirlos uno ve poemas que al principio dan la impresión de que faltan palabras, o información. Pero comunican conocimiento: todo está pensado, como trazados de fundación.
También recuerdo la impresión de camuflaje del disco “Miguel Hernández”, de Serrat (en mi casa también estaba cuando era niño). Primeras nociones que vienen a la mente al pensar en el concepto de portada, e ilustraciones casi subconscientes en la memoria.
“Dante o nada”, y objeto gráfico, Godofredo Iommi (arriba)
Relieves para una nueva publicación
Reviso publicaciones anteriores, realizadas junto a “Efímera Cartonera”: “Compostaje”, y “El Libro de los Árboles Urbanos”. Basada en verdes, la primera, y rojos, la segunda, estoy procurando acercarme más hacia tonos azules en esta oportunidad. Que todo esté influido bajo esa atmósfera, partiendo por las tapas. Y usar íconos de algunas de las obras.
Portada-maqueta
Pensaba algo basado en contornos tipo “Tanaka”, con distintos niveles de altura, como planos de cota. Se me ocurre preliminarmente un concepto de portada maqueteada. Maqueta trabajada más o menos dentro de los 6mm del cartón corrugado grueso, aplicable a un libro de pop-ups, y que da sustento al bloque plegado de las láminas, como una sábana continua.
Así, pensando en el diseño de tapas, cierro un círculo y procuro configurar el concepto total del libro.
Pensando dar la impresión de movilidad, me he estado inclinando por la que representa las proporciones del Pabellón de Barcelona: el relieve se superpone y se repliega. Le daré un poco más de trabajo, pero es el concepto. Demos comienzo entonces, para acabar la obra a la brevedad, y que esta nueva propuesta hable por sí misma, en medio de estos agitados días. En los procesos sociales a veces hay efervescencia, y momentos complejos, pero espero que tenga un interesante tiempo de lanzamiento, de todas formas.
Ultima versión con papel volantín encolado, y letras pintadas con plantilla. La idea es que resista el ajetreo y posible hojeo de las personas. Las letras quedan bastante parecidas al horadado, y la cola fría da un acabado más brilloso.
Horadado v/s letras pintadas (arriba). Ultimas versiones (abajo), proporcionando los elementos.