Vladimir Brontis: 1/29/12 - 2/5/12

Monday, January 30, 2012

Valparaíso, entre el deterioro y los planes. Poética y patrimonio

Leí hace poco sobre el remate de los trolebuses de Valparaíso, y el tema del deterioro de las fachadas en la ciudad. A través de fotografías actualizadas, tomadas por un amigo arquitecto, es posible apreciar el problema de los rayados, que ya se ha hecho patente, constituyéndose en clara contaminación visual.
Acá en Santiago, desde donde escribo, paso en ocasiones por la Alameda, y durante protestas se rayó la sede del Colegio de Arquitectos, lo que habla del nivel de sensibilidad por la cultura. Hay algo con la cotidianeidad, que hace pensar que, aunque ganaran los “revolucionarios de la educación”, la cultura no llegará con mucha profusión, ni tampoco la educación sobre patrimonio arquitectónico.
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/01/19/se-remata-valparaiso.asp

El transporte horizontal, y el transporte vertical: los dos son peculiares
Como una especie de maquinaria, o mecánica abierta, Valparaíso ha sido marcado por cables. Los ascensores son una clara imagen de la ciudad, un distintivo. El transporte que barre las horizontales, el plano, también los lleva: el sistema de trolebuses. El tema es que estos sistemas, en vez de actualizarse, han ido cayendo en deterioro.
De qué sirven luego distintivos y símbolos si se deterioran: es quedarse en el pasado. Un auge que dura poco, que comienza a vivir de tiempos que se estiran, en un paisaje deslucido, contaminado.
Sucede algo peligroso: cuando el orden fragmentario empieza a ser desorden, cuando la espontaneidad suciedad. Como si una pintura se hubiera llenado de suciedad, y ya no esplende.

Requisito de la modernidad: recibir a Rubén Darío (lo que hace grande a Valparaíso)
Pienso, sin embargo, en un tema que conversábamos en el edificio (también histórico) del Colectivo Mapocho: de qué sirve que remodelen, con cristal y esas cosas, si somos poetas y no nos van a dejar ni entrar… Va a haber una secretaria, y se va a perder el encanto – peligroso- de la entrada… se va a perder nuestro propio hermetismo, nuestro propio código… personalmente he disfrutado mucho subiendo a la azotea, en el taller del pintor Senaquerib (sede del Colectivo), traspasando la reja de fierro forjado, en ninguna época, totalmente desde afuera del que proyecta, en un presente que es puro silencio, el propio vacío da una impresión poética… las cosas luego, tienen que funcionar en la cotidianeidad, no para una candidatura política o una revista de diseño. Tienen que ser tan inclusivas como para que Rubén Darío se interese por vivir entre nosotros.

La declaración de la UNESCO y los planes de asirlo racionalmente
La declaración de la UNESCO es relativamente reciente, mientras que desde que tengo noción arquitectónica hay planes urbanos para Valparaíso, cual más moderno o cual más contextualista. Nemesio Antúnez decía que ojalá los arquitectos no se metan en Valparaíso: “lo racionalizan todo”, exclamaba en tono de crítica.

La impresión de una ciudad de ángulos, perspectivas, quiebres
Las fotografías de Valparaíso dan la percepción de ángulos que acentúan perspectivas. La geografía determina cornisas, quebradas, mesetas con distintas características.
Los fragmentos dan una idea de unidad, de total, enriqueciendo de complejidades. Así se crea la diferencia entre ver el plano, la planimetría desde arriba, a caminar. “¡Cómo! Estuve ahí, y no era tan simple… qué genial…”: me ha pasado pensar así.
Valparaíso encantó a Rubén Darío, el poeta nicaragüense. Entre febrero y septiembre de 1887 residió en la ciudad, y fue precisamente el período de su celebrado libro “Azul”.
Existe un paseo, de nombre Rubén Darío, en la ciudad, que tiene una escalera característica, que sube el cerro sin llegar a alguna parte. Llegaba antes al Parque de Playa Ancha, pero se debió cerrar al construir la Escuela Naval.
“Mi afecto por Chile se ha conservado el mismo después de tan largos años, y han revivido siempre en mí aquellas pasadas horas... bien sabido es que allí publiqué mi libro Azul..., es decir, el libro de ilusiones y ensueños que había, con favor de Dios, de conmover a la juventud intelectual de dos continentes. Nunca podré olvidar que allí pasé algunas de las más dulces horas de mi vida, y también de las arduas, pues en Chile aprendí a macizar mi carácter y a vivir de mi inteligencia”.

Misterios necesarios
Más allá de la percepción planimétrica, en la ciudad el tema del recorrido no se agota, y al ver el plano recién se comienza a entender la calle que dobla y sigue teniendo el mismo nombre, el momento fugaz en que sientes que te perdiste, pero después se vuelve al orden.

La UCV, según mi opinión, comprendió bien Valparaíso: incorporó misterios necesarios, con una dosis de saludable hermetismo. Pero luego el rigor es pura lógica, lógicos deben ser los resultados, y lógico el conocimiento. La lógica es la justicia. El hermetismo sólo es como un soldado o un sacerdote resguardando el último recinto.
Le Corbusier era un poco eso: su discurso estaba lleno de lógica.

Hacia una arquitectura militante, comprometida
Quien no da dignidad a los hechos de su vida, transforma su vida en una vida autómata, que vive para programas de radio baratos, comerciales de televisión, salidas de cine de escape que dan al baño, al contenedor de basura, al estacionamiento, al gato que maúlla, al perro que ladra, al esqueleto de pescado.
Desde la arquitectura, en mi opinión, y ésto es personal, siento el llamado a que el arquitecto llegue a ser un iniciado, a formar como un iniciado, volver a titularse como el poeta, cumplir misiones. Hacer una arquitectura militante.
Personalmente no sé por qué publicamos libros, “como una pluma hipersensible” (como decía un compañero mío) y luego calculamos cadenas. Fue tan duro, tan frío, sentí un desprendimiento, y al rato estaba más viejo. Recuerdo que un amigo poeta (de los Colectivos con los que a veces me junto) me empezó a hablar cosas rutinarias, como si fueran poesía: que una vez trabajó en planeamiento participativo, que hacía reuniones, y luego trató a la arquitectura como algo aparte, me empezó a preguntar de edificios, cosas así. Lo entiende como cosas disímiles. Después le hablé de Amereida (que debe ser LA poesía en arquitectura), y prácticamente no sabía del tema. No nos entendimos. Por eso tal vez es que ni me gusta ni me interesa la Concertación: es típico en su forma de entender.

Por qué no lo unimos, en vez de vivir en semi casas, con semi calles, con semi senderos.

Unámoslo: traigamos todo el poder de una vez. Los jóvenes lo quieren todo, los poetas lo quieren todo. Eso es lo que está bien: todo el poder.
La visión poética: la ideología de nuevo. El símbolo, la bandera.
Todo el poder para el desposeído, para el que no tiene nada: el poeta alemán dice que es afortunado el que no tiene nada. Nada para la clase media, todo para el marginal. Pero hagámoslo de una vez.
No, no vamos a enriquecer al político. Vamos a enriquecer al mendigo.

Presencia poética
Valparaíso fue bautizada por Juan de Saavedra, en 1536, tiene
Estoy hablando como Andrés Sabella, articulando cosas inconexas,
naturalmente forma de anfiteatro, llama la atención el nivel de
me gustan sus ensayos. A veces no creo lo que leo, no lo puedo
contextualización de la arquitectura victoriana, con total éxito.
creer… como en Valparaíso las cosas se articulan, como un prisma
Atraído por su encanto, el poeta Rubén Darío la escogió como lugar
quebrado. “Las pelucas”, dice el título de Sabella, y se ponía a
de residencia. Ciudad de quiebres, ángulos, y creación, también
hablar de las pelucas, con gracia… si fuera al norte no me sirve,
parece ser el nombre distintivo de una peculiar forma de entender
porque no está… y veo pura pampa, pura pampa… es grande
la arquitectura, desde la poética y la propia estructura del
Argentina, en la zona central de Chile la tierra como horizonte,
elemento. "Reoriginación poética", es la palabra empleada en su
como cosa plana, es una cosa un poco mezquina, y de pronto se abre
fundamentación, y que se encarna en el objeto físico.
una gran extensión, de color rojizo, eso es Argentina…

Entonces me preguntaron “de qué poeta vas a hablar”… luego de una breve duda, contesté: … “de Andrés Sabella”, con un tono seguro que internamente me sorprendió. Cuando niño leía una revista y lo confundí con un sacerdote, por largo tiempo, y esa confusión inicial siempre me ha llamado la atención. Me recuerda el norte, un pobre río seco, sequedad, me trae nombres que olvidé.

Mi mamá una vez me dijo: “la arquitectura es fría para mí”, “para mí también es fría, pero cuando la comprendo me llena de alegría, cuando me va bien lo celebro”…

El rayado y la actitud desgarbada, propia de la falta de poiesis, de lo que no fluye
Al ver fotos recientes de esta ciudad, llama la atención lo rayada que está. Saqué fotos si mal no recuerdo hace unos quince años y ahora está más rayada que antes. A través del trazo negligente, se pierde tras éste la primera voluntad, la positiva.
He pensado en una arquitectura basada en un estructuralismo: comunicar lo constructivo a los jóvenes, la articulación lógica: usted es libre de ponerse una maceta en la cabeza pero tiene que saber construir. Eso podría dar lugar a un postulado. Y me pregunto si el énfasis en la estructura implicaría una poiesis.

El cadáver de Athenea: destrucción de la lógica, caos
El deterioro me recuerda al tema de la destrucción del monumento Athenea, en Santiago, obra de la misma UCV. Este monumento se entendía como una ofrenda de esta facultad a la ciudad, que acaba destruida, rayada, abierta. En las ruinas, señales de vida, pero luego no es vida inteligente: cosas como "Garra blanca", "Grande la U" (equipos de fútbol). Cómo decir, con qué palabras explicar, al que rayó, que son más interesantes las fechas que el monumento tiene grabadas, que los ires y venires del fútbol.
http://bitacoravirtual.blogspot.com/2006/01/el-cadver-de-athenea.html

Cómo decirle que no raye el monumento, que no pase de largo lo que tanto costó, como expresarle que no te eche a perder la vida, y lo haga así con todos, viviendo una vida desatenta de dibujo animado, que no se manche los zapatos, esa clase de episodios sin los cuales el mundo sería mejor…

Reconozco que cuando estudié a mí me marcó la opinión de artista: “a Valparaíso hay que dejarlo como está”, muy frecuente en los noventa. Respetando esa opinión, creo que estamos llegando a un tema de deterioro, que hace que tal vez tengamos que volver a pensar en la ciudad.
Volver a considerarla entre nuestros esfuerzos.