Bauhaus y Vjutemás
Arriba: Club de Trabajadores de Zuev, Ilya Gólosov, 1926, acuarela propia.
Vjutemás fue una de escuela de arte y arquitectura rusa, similar en muchos aspectos a la Bauhaus alemana, de creación inmediatamente posterior a la revolución de 1917, que tendría el propósito de transformar la sociedad desde los cimientos. Desde los medios de producción a la cultura, su idea era que esta revolución se manifestara también en arte y diseño. Llama la atención así desde el principio esta visión integral, comparado a la política actual, tan ensimismada en sus propias preocupaciones. Se trataba de arte y arquitectura pensados en conjunto, relacionados con las necesidades de la clase popular: la nueva protagonista.
Inaugurada bajo aprobación de Vladimir Lenin, en 1920, tuvo sin embargo un comienzo bastante liberal, vinculado a la creatividad, y la vanguardia. Un ánimo juvenil, alentado por una generación que impulsaría transformaciones, convirtiéndose en referente.
Más allá de “arte político”, la idea en este artículo es fomentar el acto de proyectar, pensándolo como objetivo primordial de la arquitectura. Impulsar proyectar. No “dirigir, fiscalizar, elucubrar, armonizar, patrocinar”. Proyectar.
He pensado que un arquitecto dibuja, construye, mide. Asimismo, fiscaliza, certifica, revisa. Pero, sobre todo, proyecta. Asume una visión de mundo, y propone. Idea, traza, propone un plan articulador, asumiendo su ejecución. Y, finalmente, construye. O favorece aquello. Favorece obras.
Creer y crear
Tal vez en la actualidad no hay planes notables, y ese es el problema. Creer en un sistema, en una forma de política que pueda ayudar, es creer en una gran construcción. Creer en una solución, en una idea con ilación, articulada, en lugar de echar la culpa al empedrado, a asuntos externos, adecuándose a ellos sin propuesta de cambio.
También es bueno pensar una articulación que no es para “defenderse” de algo, sino que es una construcción positiva, segura en sí misma. Me llama la atención el regreso actual a temáticas sociales, como si existiera esa necesidad, pero uno se pregunta en qué quedará aquello. Liberalismos y socialismos, a veces entrampados, bloqueados, por movimientos de inspiración fascista. Tal vez esperamos una generación de cambios. En los países de América y Europa, en el mundo.
En el final del post anterior pensaba los motivos que causan la molestia de Le Corbusier con la “izquierda política” de su tiempo: la decisión del proyecto ganador en el concurso del Palacio de los Soviets, es un paso al clasicismo. Vale decir, un principio de convencionalismo, de abandono de la vanguardia. Cuando se dejan los caminos de exploración, es como una vena que deja de correr: algo que empieza a expirar. Algo que tendría que estar vivo, pero se empieza a secar. Le Corbusier expresa descontento con esta decisión, la considera un paso atrás, una involución.
Arriba: casa de Konstantin Mélnikov (1927). Dos cilindros calados, que se encuentran: formas con intersecciones que parecen provenir de la geometría analítica. Acuarela propia, procurando ver algo del interior, en sus interesantes secciones, que recuerdan a las generadas por las cónicas.
Involución en la Revolución
Como enunciaba del artículo anterior, pienso que la izquierda ha estado bajo el conservadurismo, necesita otra salida. Necesita una inspiración. Pensando en Bauhaus y Vjutemás, ambas son escuelas juveniles, de creación bullente, capaces de compensar y suplir escasez de medios con proyectos ingeniosos, innovadores. Ambas son liberales en sus planes y métodos, y ambas consideran la arquitectura como arte: se parte de ahí.
Creo que hay que buscar experiencias que nos lleven a forzar ponernos ante la construcción. Tomar partido. El vínculo con el arte, por otra parte, parece trascendental. La arquitectura sigue siendo aquel cuerpo escultórico, complejo de elaborar, y no una cosa intangible: el diseño sigue siendo predominante. No las palabras, ni la sociología vacía de soluciones. Ni la gestión que no lleva a nada. La arquitectura ES material.
Sin embargo, este “materialismo”, en Vjutemás, transcurre en generosidad. En planes sociales. En los años veinte se viven tiempos juveniles, tumultuosos y felices.
Artistas y arquitectos de Vjutemás
Al igual que Bauhaus, Vjutemás llama la atención por el nivel de los nombres en su docencia. Artistas de excepción: Wassily Kandinsky, Alexander Rodchenko, Liubov Popova, El Lissitzy, Vladimir Tatlin.
Con esta docencia, se procura formar artistas para la industria, una nueva noción de artista-trabajador, opuesto al capitalista. Un nuevo hombre, en una sociedad totalmente distinta.
Paralelo a la arquitectura neoclásica, por otra parte, en Vjutemás surge un departamento de “Arquitectura Experimental”, impartido por Konstantin Mélnikov e Ilya Gólosov. Movimientos de vanguardia, como el constructivismo, y suprematismo, se convierten en importantes influencias en los programas de estudio.
Mélnikov, había sido profesor en Vjutemás, desde 1920, cuando con Gólosov forman un taller conjunto, en contrapunto a los academicistas, y a los de izquierda, pero adoptan un término medio, entre clasicismo (Iván Zholtovsky) y racionalismo (Nikolái Ladovski). Su ideario es redactado en 1923, en polémica con otros departamentos, y desarrollando la dialéctica entre antiguo y nuevo, forma e imitación. En el campo de diseño, Mélnikov es innovador, y tiene éxito indiscutido: llama la atención su síntesis geométrica, y la limpieza de sus proyectos. Su arquitectura, adaptada generalmente a “intersecciones”, de volúmenes simples, resulta notable. Sin embargo, en Vjutemás empieza a encontrar un clima menos propicio. En 1924, el departamento de arquitectura simplifica la organización, fusionando talleres. Mélnikov sale de Vjutemás perdiendo el programa que creó. En el otoño de 1924, se le ofrece el puesto de presidente del Departamento de Metales, pero no acepta. Mélnikov se distanciaría de la escuela, sin llegar a ser completamente removido.
Bauhaus y Vjutemás, relación entre ambas escuelas, y su clausura
El segundo director de la Bauhaus, Hannes Meyer (1928-1930), trata de organizar un intercambio entre las dos escuelas, aprovechando similitudes. Ambas florecen en un período relativamente liberal, y se cierran bajo presión, cada vez mayor, de la tendencia al autoritarismo creciente de los años treinta.
Por su parte, en Vjutemás comienza a detectarse la dificultad de los estudiantes para introducirse en la industria. El movimiento modernista, que se había impulsado, por principio, es comenzado a criticar como “formalismo abstracto”, y reemplazado por el realismo socialista, y el estilo imperio, del periodo estalinista. Junto con el fin de Vjutemás desaparece la vanguardia rusa en las artes.
En Bauhaus, la clausura es más dramática. El periodo final, bajo dirección de Mies van der Rohe (1930-1933), se caracterizó por presiones del Partido nazi, hostil a su vínculo con la izquierda, ocurriendo su cierre definitivo en 1933. La Staatliche Bauhaus (“Casa de la Construcción Estatal”), o simplemente Bauhaus, había sido una escuela integrada, de arquitectura, arte, diseño, y artesanía, creada por Walter Gropius (director entre 1919 y 1928), destacándose igualmente una docencia de excepción: Kandinsky, Lilly Reich, Anni Albers, Paul Klee, Josef Albers, Lászlo Moholy-Nagy.
Roqueríos o gruta: la forma orgánica
Vuelvo a pensar el tipo de generación de proyecto que me ha marcado. Formas orgánicas como las de la Opera de Sydney. Recuerdo que ese tema fue mi primer post de arquitectura. Pienso en la arquitectura de Gottfried Böhm, André Bloc, a medio camino con la escultura, y las formas naturales. O la firma contemporánea Snøhetta.
Arriba: Iglesia de la Peregrinación en Nevigés (1963-1972), Gottfried Bohm. Dibujo realizado en tiempos de la universidad. Está un poco deteriorado, porque lo encontré recientemente, mientras buscaba libros, y documentos.
Me llama la atención el interior visto como estancia subterránea, que asemeja más o menos peñascos naturales. Esa arquitectura gredosa, o bien pétrea, de catacumba paleocristiana. De piedra sin labrar, según la produce la naturaleza.
El aspecto grutesco de los recintos, pero de encaje exacto, me evoca la concentrada arquitectura moderna de la posguerra alemana. Günter Grass decía que la gente buscaba inscribirse en estudios filosóficos, que era algo muy común en ese tiempo.
Arriba: diseños propios, buscando planos plegados. Prototipo escala humana (arriba) y Conjunto “Nueva Equidad” (abajo), pintados con acuarelas.
Bauhaus y Vjutemás: la posibilidad de una izquierda liberal
He pensado que en un periodo de revolución todo está en revisión, y que durante la Revolución francesa, por ejemplo, llegó a cambiarse el calendario. Tiempos que hacen plantearse sobre lo que permanece, y lo que cambia. Lo nuevo y lo viejo. La vanguardia, por su parte, siempre existe, en todos los periodos, e ideas anteriores a la revolución también se incorporan a la construcción de una nueva sociedad.
Un interesante artículo sobre el tema, que aborda la arquitectura de un punto de vista más ideológico, leí hace poco en:
https://rebelion.org/arquitectura-para-la-revolucion/
Estas escuelas, aunque extintas, Bauhaus y Vjutemás, nos dejan varias lecciones y aspectos positivos.
En primer término, la preocupación social, el anhelo de generosidad, que las inspira, y en último término de igualdad, sin “esa arrogancia que divide a las clases sociales”, como postulaba Walter Gropius.
Segundo, llama la atención lo resuelto de vincularse al arte como origen, el vilipendiado arte, por parte de algunos socialistas contemporáneos, que hoy lo ven como si fuera mero nicho de favorecidos, enternecidos por ellos y sus privilegios, prefiriendo el servilismo y asistencialismo de los municipios, y alejándolo de la clase obrera. Negándoles el arte a los desposeídos, mientras aceptan el de los ricos.
Tercero, revisar los postulados en torno a temas valóricos, de manera de no tener conservadurismo en las propias filas de la izquierda: el peligro de una quinta columna. No somos conservadores, no apoyamos por naturaleza mociones restrictivas. Y lo enuncio porque es algo que me ha chocado bastante de la izquierda local.
Cuarto, la importancia de tener fe. Como dice finalmente el artículo citado: “como si la voz de la revolución hubiera enmudecido desde hace veinte años y estuviera esperando otros tiempos nuevos”. Tendremos que esperar esta generación de cambios, y por mientras abrir los caminos. Los libertarios sobre los restrictivos, siempre. Eso es lo que pienso. Algo que, en último término, produzca más vida.
Viendo mis dibujos, y pinturas, pasando finalmente a los proyectos de mi oficina, creo que usaré las de viviendas, para mi nuevo libro: “Las Casas de la Historia”.
Vjutemás fue una de escuela de arte y arquitectura rusa, similar en muchos aspectos a la Bauhaus alemana, de creación inmediatamente posterior a la revolución de 1917, que tendría el propósito de transformar la sociedad desde los cimientos. Desde los medios de producción a la cultura, su idea era que esta revolución se manifestara también en arte y diseño. Llama la atención así desde el principio esta visión integral, comparado a la política actual, tan ensimismada en sus propias preocupaciones. Se trataba de arte y arquitectura pensados en conjunto, relacionados con las necesidades de la clase popular: la nueva protagonista.
Inaugurada bajo aprobación de Vladimir Lenin, en 1920, tuvo sin embargo un comienzo bastante liberal, vinculado a la creatividad, y la vanguardia. Un ánimo juvenil, alentado por una generación que impulsaría transformaciones, convirtiéndose en referente.
Más allá de “arte político”, la idea en este artículo es fomentar el acto de proyectar, pensándolo como objetivo primordial de la arquitectura. Impulsar proyectar. No “dirigir, fiscalizar, elucubrar, armonizar, patrocinar”. Proyectar.
He pensado que un arquitecto dibuja, construye, mide. Asimismo, fiscaliza, certifica, revisa. Pero, sobre todo, proyecta. Asume una visión de mundo, y propone. Idea, traza, propone un plan articulador, asumiendo su ejecución. Y, finalmente, construye. O favorece aquello. Favorece obras.
Creer y crear
Tal vez en la actualidad no hay planes notables, y ese es el problema. Creer en un sistema, en una forma de política que pueda ayudar, es creer en una gran construcción. Creer en una solución, en una idea con ilación, articulada, en lugar de echar la culpa al empedrado, a asuntos externos, adecuándose a ellos sin propuesta de cambio.
También es bueno pensar una articulación que no es para “defenderse” de algo, sino que es una construcción positiva, segura en sí misma. Me llama la atención el regreso actual a temáticas sociales, como si existiera esa necesidad, pero uno se pregunta en qué quedará aquello. Liberalismos y socialismos, a veces entrampados, bloqueados, por movimientos de inspiración fascista. Tal vez esperamos una generación de cambios. En los países de América y Europa, en el mundo.
En el final del post anterior pensaba los motivos que causan la molestia de Le Corbusier con la “izquierda política” de su tiempo: la decisión del proyecto ganador en el concurso del Palacio de los Soviets, es un paso al clasicismo. Vale decir, un principio de convencionalismo, de abandono de la vanguardia. Cuando se dejan los caminos de exploración, es como una vena que deja de correr: algo que empieza a expirar. Algo que tendría que estar vivo, pero se empieza a secar. Le Corbusier expresa descontento con esta decisión, la considera un paso atrás, una involución.
Arriba: casa de Konstantin Mélnikov (1927). Dos cilindros calados, que se encuentran: formas con intersecciones que parecen provenir de la geometría analítica. Acuarela propia, procurando ver algo del interior, en sus interesantes secciones, que recuerdan a las generadas por las cónicas.
Involución en la Revolución
Como enunciaba del artículo anterior, pienso que la izquierda ha estado bajo el conservadurismo, necesita otra salida. Necesita una inspiración. Pensando en Bauhaus y Vjutemás, ambas son escuelas juveniles, de creación bullente, capaces de compensar y suplir escasez de medios con proyectos ingeniosos, innovadores. Ambas son liberales en sus planes y métodos, y ambas consideran la arquitectura como arte: se parte de ahí.
Creo que hay que buscar experiencias que nos lleven a forzar ponernos ante la construcción. Tomar partido. El vínculo con el arte, por otra parte, parece trascendental. La arquitectura sigue siendo aquel cuerpo escultórico, complejo de elaborar, y no una cosa intangible: el diseño sigue siendo predominante. No las palabras, ni la sociología vacía de soluciones. Ni la gestión que no lleva a nada. La arquitectura ES material.
Sin embargo, este “materialismo”, en Vjutemás, transcurre en generosidad. En planes sociales. En los años veinte se viven tiempos juveniles, tumultuosos y felices.
Artistas y arquitectos de Vjutemás
Al igual que Bauhaus, Vjutemás llama la atención por el nivel de los nombres en su docencia. Artistas de excepción: Wassily Kandinsky, Alexander Rodchenko, Liubov Popova, El Lissitzy, Vladimir Tatlin.
Con esta docencia, se procura formar artistas para la industria, una nueva noción de artista-trabajador, opuesto al capitalista. Un nuevo hombre, en una sociedad totalmente distinta.
Paralelo a la arquitectura neoclásica, por otra parte, en Vjutemás surge un departamento de “Arquitectura Experimental”, impartido por Konstantin Mélnikov e Ilya Gólosov. Movimientos de vanguardia, como el constructivismo, y suprematismo, se convierten en importantes influencias en los programas de estudio.
Mélnikov, había sido profesor en Vjutemás, desde 1920, cuando con Gólosov forman un taller conjunto, en contrapunto a los academicistas, y a los de izquierda, pero adoptan un término medio, entre clasicismo (Iván Zholtovsky) y racionalismo (Nikolái Ladovski). Su ideario es redactado en 1923, en polémica con otros departamentos, y desarrollando la dialéctica entre antiguo y nuevo, forma e imitación. En el campo de diseño, Mélnikov es innovador, y tiene éxito indiscutido: llama la atención su síntesis geométrica, y la limpieza de sus proyectos. Su arquitectura, adaptada generalmente a “intersecciones”, de volúmenes simples, resulta notable. Sin embargo, en Vjutemás empieza a encontrar un clima menos propicio. En 1924, el departamento de arquitectura simplifica la organización, fusionando talleres. Mélnikov sale de Vjutemás perdiendo el programa que creó. En el otoño de 1924, se le ofrece el puesto de presidente del Departamento de Metales, pero no acepta. Mélnikov se distanciaría de la escuela, sin llegar a ser completamente removido.
Bauhaus y Vjutemás, relación entre ambas escuelas, y su clausura
El segundo director de la Bauhaus, Hannes Meyer (1928-1930), trata de organizar un intercambio entre las dos escuelas, aprovechando similitudes. Ambas florecen en un período relativamente liberal, y se cierran bajo presión, cada vez mayor, de la tendencia al autoritarismo creciente de los años treinta.
Por su parte, en Vjutemás comienza a detectarse la dificultad de los estudiantes para introducirse en la industria. El movimiento modernista, que se había impulsado, por principio, es comenzado a criticar como “formalismo abstracto”, y reemplazado por el realismo socialista, y el estilo imperio, del periodo estalinista. Junto con el fin de Vjutemás desaparece la vanguardia rusa en las artes.
En Bauhaus, la clausura es más dramática. El periodo final, bajo dirección de Mies van der Rohe (1930-1933), se caracterizó por presiones del Partido nazi, hostil a su vínculo con la izquierda, ocurriendo su cierre definitivo en 1933. La Staatliche Bauhaus (“Casa de la Construcción Estatal”), o simplemente Bauhaus, había sido una escuela integrada, de arquitectura, arte, diseño, y artesanía, creada por Walter Gropius (director entre 1919 y 1928), destacándose igualmente una docencia de excepción: Kandinsky, Lilly Reich, Anni Albers, Paul Klee, Josef Albers, Lászlo Moholy-Nagy.
Roqueríos o gruta: la forma orgánica
Vuelvo a pensar el tipo de generación de proyecto que me ha marcado. Formas orgánicas como las de la Opera de Sydney. Recuerdo que ese tema fue mi primer post de arquitectura. Pienso en la arquitectura de Gottfried Böhm, André Bloc, a medio camino con la escultura, y las formas naturales. O la firma contemporánea Snøhetta.
Arriba: Iglesia de la Peregrinación en Nevigés (1963-1972), Gottfried Bohm. Dibujo realizado en tiempos de la universidad. Está un poco deteriorado, porque lo encontré recientemente, mientras buscaba libros, y documentos.
Me llama la atención el interior visto como estancia subterránea, que asemeja más o menos peñascos naturales. Esa arquitectura gredosa, o bien pétrea, de catacumba paleocristiana. De piedra sin labrar, según la produce la naturaleza.
El aspecto grutesco de los recintos, pero de encaje exacto, me evoca la concentrada arquitectura moderna de la posguerra alemana. Günter Grass decía que la gente buscaba inscribirse en estudios filosóficos, que era algo muy común en ese tiempo.
Arriba: diseños propios, buscando planos plegados. Prototipo escala humana (arriba) y Conjunto “Nueva Equidad” (abajo), pintados con acuarelas.
Bauhaus y Vjutemás: la posibilidad de una izquierda liberal
He pensado que en un periodo de revolución todo está en revisión, y que durante la Revolución francesa, por ejemplo, llegó a cambiarse el calendario. Tiempos que hacen plantearse sobre lo que permanece, y lo que cambia. Lo nuevo y lo viejo. La vanguardia, por su parte, siempre existe, en todos los periodos, e ideas anteriores a la revolución también se incorporan a la construcción de una nueva sociedad.
Un interesante artículo sobre el tema, que aborda la arquitectura de un punto de vista más ideológico, leí hace poco en:
https://rebelion.org/arquitectura-para-la-revolucion/
Estas escuelas, aunque extintas, Bauhaus y Vjutemás, nos dejan varias lecciones y aspectos positivos.
En primer término, la preocupación social, el anhelo de generosidad, que las inspira, y en último término de igualdad, sin “esa arrogancia que divide a las clases sociales”, como postulaba Walter Gropius.
Segundo, llama la atención lo resuelto de vincularse al arte como origen, el vilipendiado arte, por parte de algunos socialistas contemporáneos, que hoy lo ven como si fuera mero nicho de favorecidos, enternecidos por ellos y sus privilegios, prefiriendo el servilismo y asistencialismo de los municipios, y alejándolo de la clase obrera. Negándoles el arte a los desposeídos, mientras aceptan el de los ricos.
Tercero, revisar los postulados en torno a temas valóricos, de manera de no tener conservadurismo en las propias filas de la izquierda: el peligro de una quinta columna. No somos conservadores, no apoyamos por naturaleza mociones restrictivas. Y lo enuncio porque es algo que me ha chocado bastante de la izquierda local.
Cuarto, la importancia de tener fe. Como dice finalmente el artículo citado: “como si la voz de la revolución hubiera enmudecido desde hace veinte años y estuviera esperando otros tiempos nuevos”. Tendremos que esperar esta generación de cambios, y por mientras abrir los caminos. Los libertarios sobre los restrictivos, siempre. Eso es lo que pienso. Algo que, en último término, produzca más vida.
Viendo mis dibujos, y pinturas, pasando finalmente a los proyectos de mi oficina, creo que usaré las de viviendas, para mi nuevo libro: “Las Casas de la Historia”.