Exactitud
La disciplina arquitectónica tal vez es demasiado vasta. ¿Qué hacen los arquitectos? Proyectar y construir el hábitat humano, lo que generalmente se asocia a construir edificios. Pero el urbanismo y paisajismo también se consideran dentro de la arquitectura. Y, eventualmente, lo que puede acoger el cuerpo humano también puede ser un refugio, o módulo, no exactamente un edificio.
Así se trata de construir una envolvente, para mantener a las personas a resguardo. Dar lugar a una serie de condiciones, en armonía, o concordancia, que algunas lecturas conciben como “estética”. Pero el punto de partida es una necesidad básica, una cubierta o techumbre.
“Un cobertizo para bicicletas es un edificio; la catedral de Lincoln, una obra de arquitectura (…) el término arquitectura se aplica solo a los edificios proyectados en función de una apariencia estética”
An outline of European Architecture, 1945 (Nikolaus Pevsner)
En la definición anterior está claro el sesgo estético, si bien los cobertizos (y construcciones de menor tamaño) en este tiempo han cobrado diseño, desarrollo, así tal vez uno solo podría intuir una diferencia de escala, entre un tipo de construcción y otra. Y luego el interés que concita el proyecto es una concordancia, una armonía entre forma, uso, estructuración. Entendiendo esto, me ha gustado de todas formas pensar en este último tiempo en la idea de necesidad básica, de asimilar lo social. Lo veo como una preocupación más profunda, que no agota los temas.
La “sequedad”
“El desierto avanza”, es una frase que se suele oír en este tiempo. No vivimos años de grandes movimientos o intelectualidad. Temáticas que empiezan a ser reiterativas, carencia de ideas originales, ausencia de ilación filosófica. Poca repercusión de los debates académicos en el mundo real, en la política, por ejemplo. Banalización política. Discurso por una parte y realidad por otra. Uno tiende a aplaudir cuando las ideas se encarnan.
Arquitectos notables, como Zaha Hadid, reconocida en su originalidad, en la práctica reciben situaciones bastante áridas, que muchas veces no se buscan: problemas de presupuesto, plazos, etc. Temas de gestión, algunos ayudan, por cierto, otros entorpecen. Tal vez es un tema de énfasis, o valorización. Recuerdo que lo último que leía sobre Zaha Hadid antes de enfermarse fue la cancelación de su proyecto de estadio olímpico en Japón. Y no sé por qué se habla poco de eso. Lo que llegaba en cuanto a noticias de su carrera no era muy “relajante”. Y uno sentía eso. Esa sequedad que nos rodea, de la que a menudo habla el poeta Cristián Warnken, por ejemplo.
Está árido: los negocios suelen ser entretenidos, pero el espíritu siempre requiere más. Es una condición humana. Es necesaria la cultura. Y una forma de humanizar la cultura puede ser el pensamiento social.
Así tampoco me ha resultado justo en el último tiempo concebir la cultura solo en términos estéticos, sino pensar en esas necesidades básicas que nos equiparan.
La geometría no es el “casi”, sino la exactitud. Entender la noción de “punto” hace ocupar determinado punto y no otro. La línea es una idealización, de modo que cuando la trazamos solo la graficamos: transformamos esa idea de infinitud en un espesor delgado, que nos evoca esa infinitud que abstrajimos. Y las cosas resultan más mientras más exactas. Llama la atención que la piedra acepta el “casi”, pero la grilla que el arquitecto o escultor trazó sobre ella es exacta, como un sistema de coordenadas. Y si la piedra se acerca a nuestra idea es más bella: hay que acercar la piedra a la belleza de la idea, para que deje de ser piedra.
La exactitud así no es algo a temer, sino que es una forma de la verdad. El “casi” trae equivocación, miedo, vaguedad. El “casi” es lo que aleja de la verdad. Y acercarse a la verdad requiere cierto coraje. Requiere decisiones, requiere un salto, necesario. Así la realidad siempre tendrá un poco menos de “discurso” de lo que queremos, por fuerza que apliquemos. Pero habremos incorporado una guía.
Tema de la exactitud y la vaguedad
¿Qué nos gusta de una obra? Empezamos hablando de un buen partido en diagonal, o hundido, y terminamos hablando de detalles. O bien hablamos de lo que nos impresionó más, de lo que nos llegó más, de lo “que nos pareció más fuerte de ella”. Lo que nos lleva a desear aplicar esfuerzo en aquello que la genera con más intensidad. Y ser exacto en ello.
No somos buenos en todo. Se puede vivir como Robinson Crusoe, pero algunos son buenos para hacer herramientas, y otros buenos para hacer zapatos. La vida es retributiva. Si uno es bueno para hacer herramientas, y se dedica a hacer zapatos (por necesidad), ¿no es una pérdida de tiempo? Vale decir vivir como Robinson Crusoe es una tarea de titanes, y aun sabiendo todo uno termina con buenas herramientas y zapatos malos, mientras otro los hizo en mitad de tiempo. ¿Qué universo sería? Un cuadro primario, sin matices, colores que no se comunican. La vida es retributiva.
Sería como un planeta de colores intensos, pero de fuerzas inhumanas, absolutamente lejanas y a otra escala. Lleno de materias tóxicas, de vívido color.
Pantalla permeable de letras
Entonces vuelvo a referentes que me han inspirado, y marcado desde temprano. El escritor Andrés Sabella, y sus artículos poéticos, prosa descriptiva, la visión de una geografía.
Exploro así las formas de “Linterna de Papel” (el homenaje al poeta, realizado en oportunidad anterior en cartón), como algo que me permita hacer una retroalimentación de conceptos, y que me actualice. A la vez de poner en funcionamiento creativo la impresora de corte que adquirí hace poco.
Pensé luego hacer pantallas permeables mediante la horadación, pensando patrones de difuminado, pero con aspecto de tipografía. Así me quedé con la idea de pantallas perforadas de la vez anterior.
La letra texto agrupada, el bloque, por una parte, y la letra señal, individual, como construcción. Y dos grados de opacidad: opaco y traslúcido.
Un soporte y hojas traslúcidas
Recuerdo que al realizar “Linterna de Papel” pensé la estructura (el prisma inclinado), y colgué hojas traslúcidas, con versos de Sabella. Verlo transparente ahora es una oportunidad de pensar las dos condiciones como una unidad.
La misma horadación podría dar más liviandad. Un plano que se difumina.
Del homenaje al escritor (que de alguna forma evoca monumentos a la modernidad), a algo que sirva para estos días, que entregue un mensaje contemporáneo. A propósito del tema: cómo llegar a una exactitud justa, con criterio.
Así finalmente no deberíamos temer a la exactitud, de hecho la buscamos, dentro de lo confuso y caótico del panorama actual.
Me hizo soñar un poco con penumbras, cuartos con velas y candelabros, un mar oscuro, nocturno. Una atmósfera que en su momento me gustó.
Puede ser una veta la idea de llevar una vela que ilumine sectores del conocimiento.
“No entendía lo que pasaba, faltaban letras, y no podía creer que no estuviera”
EXPOSIC ON SO E POE IA
(Creer / crear)
Así decían los carteles de mi instalación, en el entonces Colectivo Mapocho. Decía eso en la puerta, donde había que golpear.
Así éste, que es uno de mis prototipos, podría ser una buena oportunidad para estudiar aplicación de luz y horadación.
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