Escalas de diseño, y geometría. Referencia poética, y elemento natural
La comprensión de las distintas escalas de un proyecto, actualmente es más expedita y se ve favorecida a través de los programas de dibujo, que permiten alejamiento, y acercamiento de las unidades. Al comprender una forma, se puede superponer a otra escala, facilitándose nuevos tipos de armonías.
Actualmente, hay un proyecto en construcción: la Nueva Opera House de Oslo, de la firma de arquitectura Snøhetta, que se inscribe dentro de una interesante tendencia, de geometrías abstractas y pliegues, creando una unidad de recorrido y edificio. Un aspecto particular de esta obra, y que la destaca, es su aproximación a los elementos naturales. Conectando tierra y mar, una plataforma pública se eleva en un fiordo, como paisaje esculpido. La silueta resulta memorable, en el perfil típico de Noruega, y la plataforma encuentra el agua, renovando condiciones costeras en el centro de la ciudad.
La superficie en pendiente aparece directamente desde el fiordo. Mediante fracturas, y rampas, se conectan los planos de la azotea y el volumen vertical, como rasgos en una plataforma común que va del mar a los niveles más altos. Junto al movimiento vertical, las líneas diagonales crean una composición convincente que, al mismo tiempo, es humilde, adaptada a escala urbana, distintiva y única. Esto forma una extensión del paisaje que rodea el entorno y no es exclusivamente distinguible como edificio, fusión que resulta muy atractiva.
Dibujo en 3d, mientras que una interesante fotografía, que se puede encontrar en Flickr, muestra la obra con un atractivo espejo de agua, que convierte en prisma esta superficie. Otro aspecto a destacar, es el tratamiento de la escala peatonal, pudiéndose apreciar detalles de texturas, en los revestimientos principales: piedra blanca en las rampas, y revestimiento vertical de planchas metálicas. Desde la escala de la terminación, hasta la escala urbana, se crea una armonía bastante bien lograda.
Blog Post:
blog.taeleman.com/2007/10/22/oslo-opera-house
http://flickr.com/photos/kristaeleman
Siguiendo esta línea de arquitectura, se encuentra otro proyecto destacable: la Casa Roja, del estudio noruego Jarmund-Vigsnaes, situado en una cuesta boscosa, en las afueras de Oslo, que también explora la relación de arquitectura y naturaleza.
Citar en este punto a la arquitectura noruega es hacer una necesaria referencia a las condiciones geográficas: un clima glaciar, y boscoso, que determina el mayor ahorro de energía posible. Para esta economía, el diseño ha de contemplar la orientación e iluminación natural, a través de la adecuada ubicación del área de vanos. Así las grandes ventanas del acceso se abren desde el vestíbulo, proporcionando sol al mediodía, y a la tarde. Hacia el este, donde está el acceso a la casa, sólo se revela uno de los dos niveles. El otro se desarrolla abajo en el declive, así la obra minimiza su presencia desde la calle, favoreciendo las vistas.
La vivienda se organiza de forma especial: los sectores sociales (living, comedor) y el dormitorio principal se ubican en el desnivel de acceso, que está arriba, mientras los cuartos de niños y la sala familiar están en el piso inferior. La estructura del living se basa en pórticos de madera laminada extendiéndose desde la entrada a la terraza. Estos marcan el ritmo interno, en sectores donde predomina la luz y el blanco, que contrasta con la intensidad del rojo exterior de la madera.
"La relación entre arquitectura y naturaleza es una práctica habitual en nuestro estudio", expresó Einar Jarmund a la revista Architectural Record: "tratamos de explorar el terreno de cada vivienda, con objeto de potenciar su cualidad escultórica". Así los autores se vieron en el requerimiento de responder a un paisaje, pero también en el de aplicar un sello personal en lo funcional, y formal.
“El arroyo de los duraznos en flor”: Arquitectura y referencia poética
Un tema de fondo, y una profunda relación entre memoria, palabra, acto, y construcción, sugiere otro proyecto, dentro de esta misma línea.
En torno a un cuento popular de China, el arquitecto chino-norteamericano I.M. Pei diseña el Museo Miho, en Japón, siendo una obra destacable, de asimilación de paisaje artificial y naturaleza.
También trae a la memoria el tema del vínculo de literatura y arquitectura, que en las Escuelas se suele abordar a través de la poética. El acto rememorado a través de la palabra, se transforma en una alegoría para otro acto, a través de la referencia, que posibilita una obra física.
El texto viene de un poeta conocido como Tao Yuanming (o T'ao Ch'ien), y se ha llamado a través del tiempo de diversas formas, en torno a un mismo mensaje: "El arroyo de los durazneros en flor", “El manantial de los duraznos en flor”, o “Primavera de Flores de Melocotón”. La riqueza de la narración, los detalles, y la inteligencia que encierra es memorable. Cito la primera, tal vez por un valor lírico, de leerla en versos. “El arroyo de los durazneros en flor”.
Recordando, también, otra versión, en el link Landscape.
http://www.miho.jp/spanish/architec/architec.htm
El tema sugiere el encuentro con un grupo de personas, con algo familiar para el narrador, que creció en otro lugar, aunque sin saber los aspectos del camino que él recorrió, porque ellos tomaron otro. Leyendo descripciones, y comentarios, incluyendo Wikipedia, a otros autores sugiere una nueva forma de sociedad, que se halla sorpresivamente en un valle oculto.
También se encuentra en Youtube, como “The Tale of the Peach Blossom Spring”
Entre los proyectos de I.M. Pei se incluye la reforma del Louvre, la pirámide de cristal. Para quien guste de la arquitectura, en este caso, siempre es un grato descubrimiento saber de la existencia del Museo Miho, cerca a una ciudad japonesa de nombre Shigaraki. Este museo fue proyectado en medio de las montañas, siguiendo normas para preservar el lugar y respetando las leyes japonesas, dejando más del 80% del área construida bajo tierra. Prácticamente fue removida la cima de la montaña, y se construyó y volvió a poner la tierra sobre la construcción. Para llegar hay que pasar por un túnel, requerimiento determinado por la geografía, y que otorga parte del atractivo, al relacionarlo acertadamente a la leyenda del arroyo del durazno en flor. Es recomendable la página web, con muy buenas fotografías.
"Había una vez un pescador en Buryo, China, durante la dinastía Jin, quien un día remando en una corriente de la montaña, encontró una huerta de durazneros florecientes que alineaban toda la ribera. Maravillado, remó hasta llegar a una fuente, donde notó un rayo de luz desde una pequeña caverna. Saltó de su barco y se dirigió a la entrada. Adentro, encontró un estrecho camino, y una vez en lo más profundo, una visión espléndida se abrió delante de él. Habían filas de casas impresionantes, campos ricos de arroz y verduras, estanques claros, además de moreras exuberantes y matorrales de bambúes."
De forma similar a la narración, el transeúnte entra a una plaza de árboles de durazno. A partir de esta llegada, ondula un sendero, convirtiéndose en túnel y en puente, hasta descubrir el museo.
Al llegar, se asciende a través de escalinatas, luego de lo cual el umbral es una puerta corredera, que forma un círculo: la puerta china de la luna. Adentro, la estructura geométrica evoca la cubierta de la vivienda japonesa, mientras en el recorrido se reparten jardines, juegos de luces y ambientes.
En las terminaciones predominan colores beige. Del uso de la piedra y el alabastro, al suave tono de piedra caliza, que evoca tibieza y contrasta en forma armoniosa con la estructura metálica. La radiación solar, por su parte, es filtrada por protecciones de aluminio pintadas en sepia, que semejan madera.
En el cemento también se usan aditivos para lograr tonos similares, otorgando calidez, recurriendo a dobles alturas, y juegos de balcones.
Como aporte al arte y la arquitectura, este museo aparece como una obra certera, que posibilita el recogimiento requerido, en afinidad con el referente que lo fundamenta: un edificio que se incorpora, uniéndose al lugar, adaptándose física y visualmente, sumergiéndose en el contorno de la montaña. Se une a la tierra, de acuerdo a la idea japonesa de que la naturaleza forma una unidad con el hombre. Acertada es a la vez, en este proyecto, la relación de lenguaje poético y arquitectura, a través del referente escrito y su construcción.
Video del museo Miho, describiendo el recorrido de acceso, desde el puente hasta la entrada principal.
Más información de este proyecto, es posible encontrar en:
http://www.miho.jp/spanish/architec/architec.htm
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